La vida personal del psicoterapeuta

Psicóloga en Santiago/ marzo 27, 2020/ Sin categoría/ 0 comentarios

Entiendo que la presente reflexión, sólo será de interés, en caso de que lo sea, para los profesionales de la Psicología, pero creo que podrá satisfacer cierta curiosidad por parte de otras personas. 

Se nos pregunta a menudo cómo hacemos, cómo lo conseguimos, si no nos volvemos locos. Una vida en psicoterapia es una vida con miles de horas en íntima convivencia con otro ser humano, vulnerable y demandante, necesitado y distinto. Cuando oigo hablar acerca de lo importante que es la “escucha activa” en nuestro trabajo, me parece, como casi todo lo que oigo sobre el mismo, de un reduccionismo atroz. No sólo escuchamos. También decimos. Muchas cosas. Pero nada que ver con ningún tipo de charla o conversación que uno pueda mantener en otros ámbitos de la vida. La palabra de la terapia como la relación de la terapia es distinta a todo. No es nada tan místico como desde posturas escépticas (y de mala leche) se nos pretende atribuir. Pero tampoco nada tan banal como estar una hora a rellenar silencios con preguntas capciosas. 

Un buen terapeuta maneja una dinámica que entra y sale del paciente una y otra vez buscando motivarle. Para poder mantener esta tensión, no una vez, ni dos si no varias veces al dia, cada día, los cinco días de la semana, todos los años de una carrera excepcionalmente larga (la vida del autónomo) es preciso estar en forma mentalmente, muy en forma. ¿Cómo está en forma un terapeuta? Con autenticidad, humor y mucho mucho amor por la profesión. Si un atleta no debe o no puede ir de juerga antes de una carrera, difícilmente alguien que dedica 6 o 7 horas diarias a este trabajo puede mantener una activa vida social, pararse a tomar una caña al salir de la consulta, o practicar varios hobbies y aprender idiomas. Uno queda k.o. Con la cabeza hecha un bombo. A las 4 estuvo “mentalmente” en una depresión, a las 5 estaba con una pareja mal avenida, a las 6 fue alguien con una obsesión profunda por los virus. Por poner algunos ejemplos. Y en cada una de esas horas contestó a varias preguntas, diluyó muchas objeciones, pautó tareas, dio instrucciones, escuchó, consoló, persuadió. Por citar también, sólo, algunos ejemplos. 

Esto sólo se consigue con mucho amor. 

Y ese amor, al igual que ser el tipo de persona que realmente puede ayudar exige mucho de uno, de trabajarse por dentro, de construirse desde la coherencia y el crecimiento personal más continuo y autoexigente. 

Mi profesión me parece la más bonita, estoy más que satisfecha de dedicarme a lo que me dedico, pero me gustaría que todos comprendieran el trabajo que hay detrás de lo que se percibe fácil. Estoy segura de que un maestro, una enfermera, una cajera podrán decir lo mismo. 

Pero alguien también tendrá que decir lo nuestro. 

Las renuncias y el sacrificio, el llenarse continuamente de uno porque uno va a darse por completo (uno, no algo que uno tiene o uno sabe, sino lo que uno es) consyituyen la vida personal del terapeuta.  

Un saludo afectuoso a todos los que, a un lado u otro de la mesa, estamos involucrados en esta admirable tarea.

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